La camisa mejor vendida de la historia

Todos los hombres alguna vez hemos comprado una camisa ante la necesidad de contar con dicha prenda (es raro que un hombre compre una ropa que no necesita). Pocos hemos salido del local vistiendo la camisa que hemos comprado. Y conozco una sola persona a la que se la vendieron de tal forma que lo dejaron anonadado. ¿Cómo fue? Aprendan de esta empleada

Un viaje con amigos, una caminata céntrica, un local de ropa masculina de una reconocida marca, una sola vendedora para todo el comercio. Entramos.

Uno de mis amigos necesitaba una camisa. Se probó varias y eligió llevarse una. Hasta este momento fue una situación normal. Se transformó en algo especial cuando decidió llevásela puesta. Algo especial, pero no para decir "qué loco che".

Pero no terminó ahí y lo que vino después se ganó el primer lugar en el podio de las camisas mejor vendidas. Por trabajo y estilo personal compro camisas asiduamente y nunca me pasó nada como lo que voy a contarles.

Cuando mi amigo comentó que iba a llevarse puesta la camisa, la venderora se percató de algo que nosotros no habíamos atendido: la camisa estaba arrugadísima.


_ ¿Te la vas a llevar así?
_ Sí, ¿por? -preguntó mi amigo despreocupado-.
Luego vino la frase inolvidable:
_ Esperá que te la plancho y te la llevas lista.

En un segundo la joven fue detrás de escena y apareció con una tabla de planchar, la armó, enchufó una plancha y se puso a eliminar las arrugas delante de nuestros ojos. Nosotros cruzamos miradas sorprendidos y terminado el acto fuimos caminando las siguientes cuadras comentando lo sucedido.

Puede sonar un comentario machista, pero no pongan el ojo en el hecho de la chica planchando sino en su actitud comerciante.

Esto sucedió hace tres meses. Pero lo comparto ahora porque el fin de semana pasado regresé a la misma ciudad, esta vez con mi mujer, y al pasar por el local mientras buscaba unas zapatillas recordé la anécdota y entré. Me sentí muy cómodo allí, como si se tratara del local en el que mi madre compraba la ropa para toda la familia en mi pueblo natal.

Dos minutos después ya había adquirido las zapatillas y contento con ellas me las llevé puestas. Conozco muchos vendedores que ni siquiera te ponen los cordones de las zapatillas para que te las pruebes.

En dos visitas al local, un curso acelerado de atención al cliente.

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